13 de agosto de 2007

Mis sueños hablan argentino

Éste era el título que me había imaginado para mi primera entrada en este blog. Ahora no tiene mucho sentido, porque mis sueños ya no hablan con acento argentino, pero una es fiel a sus ideas.

Argentina me pilló en bragas. La verdad es que no esperaba esa estancia de 10 días en Argentina y me costó pillarle el gustillo. Pero una vez comprendido el mensaje de los campesinos tarijeños de que pa pelotas las suyas, me di cuenta de que o disfrutaba del sitio donde estaba o me iba a amargar la vida hasta que a ellos les diera la gana. ¡Y eso sí que no!

Los tres días en Buenos Aires los pasé en casa de Delfina, una amiga de Ceci. ¡Hasta su cama me prestó, la mina! La verdad es que volver por las noches al barrio de San Telmo, donde vivía, era un alivio. Después del quilombo del centro de BA, San Telmo es un paraíso: un barrio tranquilo, lleno de anticuarios, con su mercado antiguo y sus heladerías italianas. ¡Muy bello! En mi opinión reúne todo lo bello de BA: rincones con historia, humildes comercios antiguos. Lástima que no tenga una foto del metro de BA. ¡Yo creo que lo que más me impactó de la ciudad fue el metro! El metro de BA te traslada en el tiempo, recordándote al París de los años 20. Tiene unas lamparitas colgantes de cristal que iluminan ténuamente los vagones, y sillones de madera. ¡Precioso! Una se da cuenta del valor de lo antiguo en esa ciudad, como ocurre en París o en Roma, algo que como barcelonesa tiende a atrofiarse, habituada a la esterilidad y amplitud de nuestra arquitectura urbana de moda.

Bueno, y miento, otra cosa que me impactó muchísimo fue ver escrito en los carteles publicitarios los verbos conjugados con la forma de "vos": "Tené", "Comprá", "Bebé Coca-Cola". ¡Qué risa! No sé porqué me imaginaba que esa forma solamente se utilizaba en el habla, no de forma escrita. Supongo que me impactó tanto que mis sueños empezaron a hablar en argentino.

Y lo de "Bebé Coca-Cola" no es gratuito, porque por más europea que la ciudad te parezca, también se siente que una cambió de continente. "¡Esto es América!" te dicen los carteles enormes anunciando los comercios más insignificantes, recordando las ciudades estadounidenses presentes en mi imaginario gracias al celuloide. Y cuanto más arriba, más América. Disculpen los latinoamericanos, no se me enfaden, pero saben que a los españoles se nos escapa "América" para designar a Estados Unidos. Y cuando una pisa América, siente también esa influencia norteña pesada como una bola de plomo.