23 de agosto de 2007

Viajecitos por el Norte de Argentina

Las ciudades del Norte de Argentina que he conocido valen poco la pena. Salta y San Salvador de Jujuy son medianas ciudades con bastante poco atractivo, pero rodeadas de un paisaje divino. Cachi, Cafayate, Tilcara, Purmamarca o Humahuaca son pueblos encantadores, y también lo son los parajes que te llevan a ellos.

Superada mi paralización inicial, tuve la oportunidad de visitar Cachi en el día en el que celebraban la feria de la Quinoa. La Quinoa es el cereal (hay quien lo considera pseudo-cereal porque a pesar de ser un grano parecido a otros cereales, pertenece a la familia de la remolacha y las espinacas -raro, ¿no?) a base del cual sobrevivieron los pueblos originarios del Altiplano boliviano. Por lo visto también se cultivaba en el Norte de Argentina, en zonas de mucha altura (3.800 metros). Después de olvidado durante décadas, se está intentando recuperar la quinoa por su alto valor nutricional, especialmente por su extraordinario contenido en proteína y su ausencia de gluten. Quinoa significa en quechua "cereal madre" y es que seguramente era la base de la alimentación de todos los pueblos que vivían a esas alturas.

Bueno, pues en medio de la feria me puse como el quico comiendo albondiguitas, pastel de queso y hasta dulces todo a base de quinoa. Y el pueblo increíble, un lugar tranquilo en medio de las montañas: casas de adobe en calles sin asfaltar y con un museo estupendo que explica la vida de los pobladores de esas tierras antes de la llegada de "los españoles".

De camino a Cachi te encuentras con una variedad de paisajes increíble. Se pasa, por ejemplo, por el Valle Encantado, de un verdor asturiano que da miedo (y eso que ahora aquí es invierno y por tanto época de sequía), y después por cerros secos y altísimos repletos de un tipo de cactus gigante que allá denominan "cardón". En esta zona el cardón es utilizado para la creación de muebles, especialmente de detalles de decoración, pero en la iglesia de Cachi hasta el púlpito y los marcos de las imágenes están hechas de este material. De veras precioso. ¡Lástima que no tenga foto que mostrar! La carretera, claro está, es un tortuoso infierno que yo decidí recorrer en colectivo de línea y no en cómodo microbus para turistas. Y decisión, aunque masoca, acertada si lo que una quiere ver no es solamente un lugar sino sus gentes. En el colectivo compartes el diario con las demás personas, hueles multitud de olores y hasta puedes ir de pie si te apetece cederle el lugar a alguna mujer saliéndole críos hasta de las orejas. Sin duda te permite ver algo más que un lugar.