12 de septiembre de 2007

Los Chunchos de San Roque

La fiesta grande de Tarija es en honor de San Roque. Aunque el calendario marca como día del santo el 16 de agosto, en Tarija los festejos se alargan todo un mes, culminando en el día del denominado encierro. Se trata de una fiesta netamente religiosa, donde no hay cabida al alcohol, lo que supone una verdadera muestra de fe a San Roquito; aquí no hay celebración donde no se destape un vino o se abra un singani.

Se ve que San Roque era un tipo que se dedicaba a curar a los enfermos. Se cuenta que Roque, que todavía no era santo pero ya apuntaba alto, ni corto ni perezoso, sentía especial devoción por los leprosos, a los que no se acercaba ni Dios. A pesar de sus milagros, tuvo la mala suerte de acabar contagiándose de la lepra y de ser repudiado por sus familia y amigos. El tipo decidió retirarse lejos de todo y de todos con el peligro de morirse, pues no había quién le asistiese. Pero por lo visto apareció un perro compasivo que empezó a traele a San Roque un mendrugo de pan cada día y gracias a él logró salir adelante. Por eso, conmemorando la amistad entre los perros y San Roque, el 16 de agosto de celebra el día de los canes. Al menos en Tarija, donde se festeja colocando en los cuellos de los perros lazos de colores que, mugrientos, permanecen allí hasta que se los lleva el viento.

El caso es que en los alrededores de Tarija había un lazareto donde vivían los leprosos y le rezaban al Santo Roque. Y entre éstos había una gran cantidad que eran chunchos, pobres que vivían de la limosna. Para el día de San Roque, los chunchos, escondidos debajo de sus ropas, que les cubrían todo el cuerpo para que no les viese la gente, salían en procesión hasta la iglesia de San Roque, en el centro de Tarija.

Esa tradición ha pervivido hasta nuestros días y en la actualidad se ha convertido en la fiesta más importante de Tarija, en la que se representa durante todo un mes esa peregrinación de los chunchos. Van vestidos con ropas vistosas de muchos colores y con un turbante hecho de plumas. Durante ese mes recorren la ciudad de hospital en iglesia y de iglesia en hospital bailando al ritmo de unas cañas que hacen sonar.

Le llaman "el encierro" al último día que los chunchos salen a bailar por la ciudad y correponde con el día que más chunchos salen, más de 2000, y más espectación tienen. Se reunen en la plaza de San Roque para despedirse del Santo patrón hasta el siguiente año. ¿Y cómo no iba a asistir yo a tal evento? Dos horas estuve esperando a que cantasen los chunchos. Un gentío increíble se agolpó a la entrada de la iglesia de San Roque. Tanta fue mi emoción al verles cantar que me desmayé por unos segundos. Cuando regresé en mí dos policías me llevaban en volandas por las escaleras de la iglesia mientras la gente me titaba pétalos de flores. Yo no sé si me confundieron con una aparición de la Virgen María o es que mi desmayo coincidió con la entrada del Santo a la iglesia. No sabría deciros, yo no estaba para muchas indagaciones. El caso es que con el numerito del desmayo, Ramón y yo conseguimos ser los primeros en entrar a la iglesia, antes que el mismísimo Santo. Allí pude recuperar el aliento y descansar hasta que el templo empezó a llenarse de fieles histéricos y nosotros optamos por perdernos el espectáculo, que ya habían sido suficientes por aquella tarde.