19 de octubre de 2007

Ojalá

El Lago Titicaca separa las fronteras de Bolivia y Perú. Había llegado el momento de seguir nuestro camino e ir al encuentro de nuestro amigo Kike, en Lima. Antes de eso, queríamos hacer un par de paradas para conocer algo del Perú y la primera de ellas era Cuzco o Cusco, como lo escriben los peruanos.


Al traspasar la frontera me embargó una profunda tristeza y me heché a llorar. No estaba preparada para abandonar Bolivia, ese país que me ha mostrado tanto. Al pasar el control fronterizo el policía boliviano me despidió con un rutinario “hasta luego”. Yo les respondí: “¡hasta pronto!”.


Ojalá.